30/10/09

Borrasca

Brisa rozando mi cara, acariciando mi rostro como si quisiera decirme que ya todo está bien, respiro pausadamente mientras inhalo el aire frío de la noche; aire reconfortante para quien ha tenido un día caliente. Entrecierro los ojos para poder distinguir algo entre la luz, mi corazón tiembla y mis piernas se mueven como ademán de ansiedad, desesperado, desanimado y desconcertado trago fuerte cuando en mi boca no hay nada que tragar. Se siente dura mi garganta y sabe amargo el trago que tragué, mis parpados se aunan en un esfuerzo para cerrarse, mi ritmo cardíaco disminuye. Tumbo mi cuello hacia atrás mientras dejo que el cansancio vaya escalando sobre mí, cubriéndome y estrangulándome; mis brazos no oponen resistencia, no puedo mantener la mirada fija y no me alcanzan las fuerzas para mantenerme de pie.
Mi cuerpo empieza a sacudirse, violentos movimientos se apoderan de mi; mi corazón late hasta el hastío y luego, de una manera busca... se apaga. Ya está... estoy muerto.

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